PULIDORA METALOGRÁFICA

La metalografía es la ciencia que estudia las características de la estructura de un metal o aleación. Mediante procesos metalográficos también se pueden visualizar y medir el grosor de los recubrimientos realizados a una pieza.

Una vez obtenida la muestra encapsulada, sea cual sea el sistema, se pasa al proceso de pulido. Para ello, existen diferentes equipos dependiendo de la autonomía que se pretenda dar al proceso. Desde lijadoras metalográficas manuales, muy básicas, hasta pulidoras con cabezal automático de pulido una probeta o para múltiples probetas al mismo tiempo.

Para un correcto pulido de la superficie a trabajar, es necesario que se realicen varios pasos:

  • Desbaste Grueso: se realiza sobre la probeta recién cortada con la finalidad de eliminar irregularidades, hasta obtener una cara lo más plana posible. Esta operación puede realizarse con una cinta de desbaste o bien con papeles abrasivos de grano bajo. Se debe cuidar mucho el proceso para que no se produzca un aumento temperatura que pueda modificar la micro-estructura del material
  • Desbaste fino: Se utilizan papeles abrasivos sobre el plato de pulido, iniciando el proceso con granos medios para posteriormente ir disminuyendo el tamaño de grano.
  • Pulido Fino: En este caso la superficie debe cubierta con un paño especial sobre el que se aplican abrasivos cuidadosamente seleccionados. El abrasivo más habitual suele ser el diamante industrial en polvo fino o bien en suspensión, con tamaño de grano entre 10 y 0,25 micras.

Estos procesos son realizados o bien manualmente, sujetando la probeta con los dedos, o bien a través de un cabezal automático que garantiza posición y fuerza constante. También se puede automatizar la aportación del abrasivo.

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